¡Todo lo hago yo! el mito del control
¡Todo lo hago yo! Te miras al espejo por la noche y ves ojeras, mala cara y un semblante de agotamiento y piensas: “Si es que no doy para más, que poca ayuda tengo, cuando encima hay gente que podría echarme una mano”
La frase de ¡No me da la vida! Puede ser expresada por diversos factores como ya te lo conté en mi post de “No llego a nada: 5 aprendizajes para vencerlo”. Sin embargo hoy me quiero centrar en uno solo: el control
Quiero que por un momento dejes de quejarte, dejes de mirar fuera y echar culpas y que cuando te veas en el espejo te preguntes: ¿qué crees está fallando? ¿la gente te dice que no? O sencillamente ¿nadie lo hace tan bien como tú?
¿Acaso tú acaparas la ejecución de un montón de tareas porque no te gusta cómo lo hace lo hace el resto del mundo? Entonces, te cuento: la que se está boicoteando eres tú.
Si, porque consciente o inconscientemente estás pensando que la única capaz de hacer las cosas bien eres tú, porque si no las haces tú… entonces no están bien hechas, ni perfectas.
Esto amiga mía… se llama control a tope
Si después del párrafo anterior sigues leyendo es que probablemente te estás dando cuenta de que tal vez a veces…te pase.
Estás agotada, enfadada, porque tú eres la que se encarga de todo lo relacionado con los niños, los médicos de los niños, las cuestiones de la casa, tu trabajo, revisas a la gente a tu cargo hasta el más mínimo detalle. Eres tú la que le sacas los mocos a tus hijos, cambias sus pañales y si alguien osa ayudarte, lo vigilas respirando sobre la nuca y criticas cada movimiento que hace porque no lo hace como tú y por tanto… no está bien hecho: “no, no, la toallita no se dobla así, pero ¡¡¿qué haces?!!?»
El control ¿es malo?
El control es una herramienta de supervisión. Todos en cierta manera necesitamos cierto grado de control, porque nos da seguridad y certidumbre. ¿Esto es malo?, pues como te digo siempre, es negativo hasta que limita, te frustra o te hace sufrir.
Igual no te pase en todos los ámbitos, es más, probablemente el control sea lo tuyo solo en casa y en el trabajo eres una líder estupenda o al revés.
Pero de algo que estoy segura es de que eres capaz de reconocerlo en otros. Piensa en jefes tuyos o de algún compañero… alguien en el trabajo que lo único que hace es fisgonear si sus equipos hacen el trabajo de “la mejor manera”, es decir, la suya.
Si tú has sido la controlada, sabes lo irritante que resulta tener a alguien que a priori no confíe en lo que vas a hacer y en tu criterio.
Porque al final ha impedido que aprendas: no tienes muchas oportunidades de equivocarte y tampoco entrenas la creatividad cuando tratas de encontrar maneras distintas de resolver un problema.
Al final, sigues las instrucciones y pasas de preocuparte de los resultados, porque no es tu responsabilidad si eso sale o no sale bien… porque no has hecho tuya ni la decisión ni el proceso.
Y ¡uy! Tal vez eso que te ha fastidiado tanto… lo estés haciendo con alguien, por ejemplo, tu marido y no te has dado cuenta. Tal vez tú , en algún ámbito de tu vida estás queriendo controlar todo que no dejas ni respirar.
Tú creas la situación y tú pierdes al mismo tiempo
Yo por ejemplo, daba igual que estuviera con muchísimo trabajo o en la Cochinchina, si alguno de mis niños se ponía enfermo (no de gravedad, sentido común pls) y había que llevarlo al médico, pensaba: “Dios me libre de que los tenga que llevar su padre solo, si es que… los hombres, no se enteran de nada” (¡creencia absurda!)
Profecía autocumplida: si yo no dejo que él los lleve al médico pasa lo siguiente:
- Le estoy transmitiendo un mensaje de “no confío en ti”
- De verdad no se va a enterar de nada porque nunca ha ido
- Es mucho más cómodo para él, porque así soy yo la que tiene que escaparse del trabajo y a él solo le informo
- Yo agotada y haciéndome la víctima por ser la única encargada de la salud de mis hijos, pero si ¡soy yo la que lo excluye!
Me hace pensar en las veces que las mujeres queremos hablar de igualdad y corresponsabilidad… y puede ser que en algún caso somos nuestras mismas las que no boicoteamos porque preferimos comprometidas con el control, con tener razón y pensar que nuestra manera de hacer no solamente es la mejor, es la única.
No permitimos que nadie nos ayude: ya sea por creencia del «deber ser de una buena madre», creencia del «todos lo hacen mal», creencia de «para que salga bien (o sea como yo quiero) lo tengo que hacer yo». Y ENCIMA… me quejo.
Claro que estás agotada
¡Cómo no vas a estarlo! si no eres capaz de delegar, de confiar y solo crees que tu manera es la única y que los demás no son tan buenos como tú.
Tan solo de pensarlo ya me canso.
¿Piensa y mira a tu alrededor, qué cosas te has negado a soltar en los últimos años? Con esa actitud te estás quitando vida y salud… y estás dañando relaciones personales por no confiar.
¿Tiene que ser todo «perfecto»? ¿Y es tu manera «la única manera perfecta» de hacer las cosas? Te digo algo, lo perfecto ni siquiera existe… o sea que tu manera, tampoco es la perfecta.
No… aunque no te guste, no es tu manera la única: DELEGA
Si crees que no es fácil empezar a soltar todo de un día para otro… pues ve poco a poco. Ve soltando en aquellas tareas que igual te resulten un incordio y que te moleste menos que no sea perfecto.
Confía en las personas de tu alrededor: es posible que te sorprendan con una nueva y mejor manera de resolver los problemas. Si crees que no tienen toda la información, pues dásela.
No puedes hablar o pedir una corresponsabilidad si tú misma no eres capaz de soltar.
Deja que el resto de tu familia o pareja hagan también. Que se equivoquen, que aprendan. Y si se equivocan: NO ECHES EN CARA, ayúdalos a aprender desde la igualdad, no desde la superioridad.
Yo era experta en esto últimooo… si… me encanta tener la razón y de verdad, hoy se que yo no tengo la verdad absoluta de nada (ni de esto, es solamente mi manera de entender la vida esperando que te sirva).
Bueno, llevo el primer paso: ahora se que yo solo tengo una parte de la verdad, que mi modo no es el único.. y si, me ha pasado que al soltar doy rienda a la imaginación de los demás y tienen soluciones creativas de las que yo también aprendo.
Estoy segura de que cuando empieces a confiar, soltar, te verás más aliviada, más contenta, más libre y podrás dedicar la energía a cosas mejores que quejarte.
Espero que te haya servido, espero que me cuentes tu opinión, que compartas. ¡Me encanta saber otros puntos de vista! ¡Un beso y hasta la semana que viene!